Edwin Acosta Pena

La casa del faro.

Amo tanto tus besos como tu cuerpo,

me acostumbré a besarte

sin llegar a tu ermita escondite

y mirar de cerca la chispa de tus ojos,

pensé que nunca te fuiste…

Sin saber que estabas cerca 

ya mi alma, en esa calle te esperaba,

llegaba mi corazón latiendo tu nombre 

más tu aroma, había pasado tan cerca,

tu boca, manantial de agua clara,

tus puntas tan afiladas y tibias 

llenaban de magia la cabaña,

tu lenguaje silencioso e invisible 

daban la pasión para una nueva fuga;

así lo creí, así viví con el escenario 

de tu mejilla dormida en mi pecho,

de tu sagaz locura en mi aposento…

Una vez más, vuelve nuestro tiempo,

así llegó el incendio de tu templo 

porque las calas frías y colosales 

golpean con furia la casa del faro,

es arena cubierta de espuma amarilla 

lo que se ve desde arriba,

y desde aquí, siempre te espero.

©.