Yo Solo Sé Que No Sé Nada
Entre el humo que escapa del cigarro
y el amargo perfume del café,
mi mirada se pierde en la nada,
en un festín de incógnitas sin fin.
Como rutina, como condena,
se arremolinan sombras inciertas,
esas que buscan dar un sentido
a esta existencia que nunca contesta.
En la maraña de lo que he sido,
o tal vez de lo que jamás seré,
me ahogo en el humo, en la duda,
en el café que no sabe a placer,
y en la pregunta que, noche tras noche,
martilla mi mente sin responder:
¿Qué será mi razón de ser?
¿Un vano intento de huir del vacío
que llama y seduce con su oscura piel?
¡Maldita sea, es inevitable!
El ciclo regresa, me arrastra otra vez,
sin una respuesta, sin una certeza,
devorando la calma que aún me queda.
Y si soy… ¿acaso seré…?
¿O tan solo existo, sin más que perder?
He ahí el dilema,
he ahí la condena…
¡Válgame Dios, qué amarga es la fe!
Al final, \"yo solo sé que no sé nada\"…
¡Vaya obcecación, qué absurdo vaivén!