Fabiannan

Giganta

Cansado en mi camino de salvajes formas,
llevando en la espalda, toda mi livianidad,
tan frágil y pesada, me acequé a las orlas,
de lo que en mi extraño orbe se puso fecundidad.

Me aproximé temiendo de mi porvenir,
a una giganta de afrodisíacas formas;
escalé por sus rodillas hasta hacer crujir,
su piel tersa y sus muslos de roca.

Los alcedos volaban en las nubes de su cabellera,
por encima de la niebla que cubría sus bellos ojos,
que como húmedos soles me prodigaban su ansia verdadera,
y distraíase conmigo como se juega con los piojos.

La contemplaba noches enteras, madurar su agigantada alma,
y una velada, encontré la mía a la suya atada, con dulzura y con calma;
no fue ¡oh, no! castigo de fuga, fue para estar a la altura,
de sus suaves montañas nevadas, de la divinidad pura;
fue para observar como su movimiento las nubes peina,
voy acurrucado en ti, amada, como el gato de una reina.