Ella es suave (aunque no crea),
cuando suave se desliza
y la piel tersa acaricia
como rosas que florean.
De los hombros ella cuelga
amorosa y muy benigna
cobijando en la neblina
pues la piel también calienta.
De seguro la conoce
y hasta sabe sus encantos,
bien de día o bien de noche.
O si triste, acongojado,
soportando los dolores,
en la cara aflora el llanto.