Sacia... mi sed de tenerte entre mis piernas y con mi valle oculto despeinarte.
Llega al punto el cual tu ya sabes y bésame en el cuello para luego saborearte.
Tengo... noches y delirios de tu nombre que con tal fuerza resuena en mi cabeza.
¿Y el dia? Oh el dia, tan candente al sol que enciende cada acaricia y las lagrimas de nuestros cuerpos humedecen las sábanas.
Oh cuanta sed mi querida amada, una sed que nunca se calma aunque cada dia suelo yo a usted probarla.