Al Zombigal

Hércules caído

Era fuerte ante mis ojos de niño

Que nada humano podría tirarlo 

Fortaleza que irradiaba cariño 

Atributos que me hicieron armarlo 

 

Nunca lo ví quejarse ni llorar 

Mucho menos demostrar algún miedo 

Ni al desafíar al más furioso mar 

Que pretendíera verlo como bledo 

 

En todos los sentidos un gigante 

De cuerpo de acero y corazón de oro

De senderos con cardos un andante 

Y de mi sangre y estirpe era el tesoro

 

Pero un aciago día ante él llegó 

Que mancilló de tajo su grandeza 

Y a partir de este mundo lo obligó 

Sin despedirse y heredando tristeza 

 

Me sorprendió su fortuita partida 

Y mi alma se ahogó en mi mar de lágrimas 

Pasan los siglos sin cerrar la herida 

¡Maldito dolor es el de las víctimas! 

 

La maldad del cobarde es quien lo tira 

Solo la traición podría vencerle 

Así llegó aquella bala asesina 

¡La hiena no sabe  atacar de frente!