Una estampida de sedientas mariposas
pasaron por la flor.
Ahora sin néctar,
la flor,
empujada por lo que queda de viento,
las ve partir.
Sus bocas,
como si fueran una sola,
se desmadraron como areíto junto a un solo pistilo.
La piel morena de la noche,
supo la hecatombe.
Drástico el pesar de la cascada,
lo celebra.
Si fuera poema el recuerdo,
yo compraría pasado.