¡Cómo extraño a mi padre;
quisiera abrazarlo y decirle cuanto le amo!
Pero ya no lo tengo,
el suelo ha abierto sus brazos para él.
Trato de entrar en mis recuerdos
y aspirar aquellos momentos de convivencia.
Y aunque no es lo mismo,
puedo sentir, que está conmigo.
Algún día, cuando de su tumba vuelva,
que Jehová Dios me permita recibirlo,
así como Martha recibio a su hermano Lazaro
de una tumba donde yacía muerto.
¡Oh, Dios, Tú que nos amas tanto,
permítenos volver a abrazar a aquellos,
que la muerte nos ha arrebatado,
mediante la maravillosa promesa de la resurrección!
........... ..................... ............................
Autor Bernardo Arzate Benítez.