TURISMO EN RUTA
En un solo día soleado, en un viaje en automóvil
por las provincias de Albacete y Ciudad Real, se pueden visitar hasta seis
o siete lagunas de un color azul intenso, de un azul
semejante al del cielo despejado pero con sus particularidades,
ligeramente alborotadas, en superficie, por el viento
que empieza a soplar ya por la tarde.
Se puede viajar de masa de agua a masa de agua dulce,
que se abren allá al fondo o a un costado del automóvil,
y que el conductor puede admirar de reojo
mientras permanece atento
a la circulación rodada. “De reojo”, sí, ¡qué pena!
Extensión de agua a la que, sin embargo, se acercan
senderos zigzagueantes y que conducen
hasta el mismo borde de la laguna.
O, tal vez, es todavía mejor así, de reojo,
pues el conductor deduce e interpreta a la hora de abarcar
lo que pueden dar de sí estos fenómenos naturales,
saborearlos al filo del accidente, sobre la marcha
y extasiarse al final en la contemplación de estos
seis grandes ojos, como dicen los lugareños,
de un color azul celeste.
Gaspar Jover Polo