Ya lo sabemos todo,
pues nunca sabremos nada;
en esa tiniebla,
como animales gregarios
atravesamos el Serengueti,
expuestos a ser devorados;
pertenecemos a una especie
con los mazos dispuestos,
en movimiento permanente,
giros hacia uno y otro lado,
hasta cansarse;
en el primer círculo,
perdemos una de nuestras inocencias;
así sucesivamente,
cada 7 años,
hasta vislumbrar que tales estados
eran hermosos,
cada uno nos encerraba en ciertas creencias;
bobitos mimados entretenidos,
inicialmente cobijados en un entorno
considerado sin fin;
al irse los seres queridos
nos remece,
asimilamos el mal,
lo hacemos vivible;
seguimos arrastrando nuestra humanidad,
cada vez más feroz, siniestra, furibunda;
huelgas, metralla,
podredumbre repugnante
de quienes se han hecho del poder;
deseamos cambiar las condiciones;
es imposible.
Torcer,
nos lleva a un estadio más complejo,
inevitablemente propio de esta ralea.
Miles de millones de injusticias,
los ojos abiertos, desorbitados,
y ahí está la conciencia martirizándose,
...
perdidos.