EL QUETZAL EN VUELO

EL COLIBRÍ, COMO MENSAJERO DE NUESTRO AMOR

Ella siempre esperaba junto a la ventana, que un colibrí llegara, cansado de aletear por ríos de tintas y un montón de letras acomodadas especialmente para ella. Cada mañana al despuntar sus sueños, ella canturreaba y abría las ventanas de su corazón y tomando a sorbos un café caliente, con bolígrafo en mano, escribía algo en su poemario que guardaba.

 

Nunca supo ni buscó explicación del ¿por qué? de esa doble explicación de una comunicación que no existe, pero se manifiesta en cada letra que escribimos; Fingimos distancia, expresamos admiración y nos correspondemos formalidad. Las letras Búmeran, exploran sueños, que llegan al palomar de su corazón y reposan plena de felicidad.

 

La duda del que escribe, siempre se mueve entre varios escenarios y se manifiesta entre: ¿Me lee? ¿Sabe que mis letras son para ella? ¿Cuándo escribe, espera mi comentario? ¿Ocupo un lugar en el tropel de admiradores? ¿Cuándo lee mis letras, ese suspiro callado es una respuesta inmediata a mis dudas? ¿Se puede ignorar el elefante en el poema?

 

El viajar en el corazón de un colibrí, fue un regalo de los Dioses al ver el tormento de este amor callado, rompiendo distancias, formalismos y estados civiles. Fue producto de muchas tardes de contemplar solos y acompañados el atardecer. Perderse en la luz de la luna y ver como sus sombras se juntaban al caer la noche y la similitud de las letras se besan también,

 

En torno al colibrí, hay una variedad de nombres y leyendas, en Centroamérica las enamoradas tejen un colibrí en una almohadilla y lo dan al enamorado, como signo de fidelidad, ya que es mensajero del amor, alegría, belleza y guardián del tiempo. Nosotros como el colibrí bebemos el néctar de nuestras letras y lo saboreamos. Como beso.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO