Es el pequeño esplendor
y sus ganas de salir de lo normal,
lo que hacen de la levedad,
el amuleto que siempre estará.
(por lo que…)
No culpes al soñador,
pues soñar es vivir,
con anhelo fantasmal.
No juzgues al soñador,
pues el sueño sí puede tornarse realidad,
y la realidad nunca sueño será.