La Cruz del Convento de Gracia.
En la callejuela donde la noche
y la luna enjalbega fríos muros
del Convento de Gracia,
una cruz invita rezar por la Santa,
por su descanso, con los brazos abiertos
como alas a punto de transmutar.
Se sienten las almas errantes buscando
consuelo al silencio conventual.
Su cruz vieja y callada, guardiana
de la fe sagrada,
Cruz que abraza el paso del tiempo,
sostienen secretos de siglos pasados,
aquí vino Santa Teresa a refugiarse
del viento solar.