Tengo secretos
que desvelan,
que enferman,
que envenenan.
Son culebras encarceladas,
silenciosas y voraces,
listas para huir.
La piel se eriza,
como si lo peor se hubiera escapado
y anduviera suelto,
buscando poner el mundo de pie.
Pero el mundo de pie
no lo quiero hoy ni mañana.
Yo soy amor,
hermano de Dios,
alma de bien.
Soy alegría,
literario,
canto que pone cuerpos a danzar.
Soy hombre de bien,
y siempre lo seré,
pero cargo con secretos
vestidos de culebra,
serpenteando en mi mente,
apretando mi pecho
cuando la noche deja brotar sus luces.
Camino entonces por un sendero,
respiro hondo,
intento soltar.
Pero veo sombras a lo lejos,
y comprendo que otros
viven el mismo infierno,
guardan peores culebras,
arrastran su propia carga.
El mundo es un lamento,
un desgarrador abismo.
Y yo, que soy amor,
que soy alegría,
no sé si podré sostenerlo todo.