Entre a tu monocromía alterando con mi paleta un mundo de lunas blancas y hermosos horizontes oscuros que mantenían tu equilibrio perfecto.
Entre a tu cielo...
Y mi pincel te pinto una sonrisa,
Mi lienzo...tu cuerpo que conozco...
entre lápiz y carbón,
Cada línea, borde, volumen lo conozco.
Cómo reconoces cada redondez de mi cuerpo que haces tuyo sin límite.
Con los ojos cerrados me reconoces,
tu mano que pasa sin tocar,
la piel erizada por el aire expirado,
el beso que no llega en mi boca sino en otros labios.
Te veo, con nuestras piernas de colores variopintos entrelazadas,
tu respiración de un negro trastornado me nutre.
Observo tu boca en el rosado pezón que succionas y muerdes hasta que el rojo se muestra.
La frenética visión altera la poca cordura que ya existe estimulando el blanco nectar fuera de tu cuerpo,
fuera de mi cuerpo.
Mi piel bañada con un sudor iridiscente habla de la faena conclusa,
Y tus labios entreabiertos muestran el desbordado color de la lujuria