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¡Ya puedo besar el alma!

Ya puedo besar el alma!

 Por: Moisés Rosique García

  

Te reencontré, nos reencontramos. 

Luego que el orgullo hizo que te perdiera.

Al principio mi orgullo te sustituyó.

Te alejó, me rodeó y se apoderó de mí.

No podía permitir, ni dejar.

Que hubiese en mis pensamientos quien lo reemplazara.

Me sedujo y me dejé seducir.

Me envolvió el alma con una esfera de colores y luces brillantes.

Para impedir que te acercaras a mí.

Para impedir que te recordara y te soñara.

 

Así, con el alma secuestrada y callada.

Surgió un mundo disfrazado.

Irreal, tangible, alucinante, pero verdadero.

Un mundo multicolor que me cegaba al andar.

Y me llevó a trascender como hombre.

Sin darme cuenta que mi alma seguía secuestrada.

Y, junto a ella, tu rostro, tus miradas y tu acariciante voz.

Eran tan fuertes que me acompañaron en el transitar de los años.

 

El tiempo se convirtió en olas de mar.

Traían recuerdos y se llevaban otros.

En ocasiones te escapabas de la burbuja de colores y luces.

Como estrellas fugaces mis ojos te contemplaban.

Pero mi alma no te veía, no podía descubrirte aún.

Estaba obnubilada por el placer de lo irreal y lo mundano.

 

Inesperadamente la esfera se partió.

Tu imagen escapó y comenzó a recorrerme de nuevo.

Regresó, por azares del destino, al lugar que antes ocupaba.

La pude ver ahora si con claridad.

Mas no podía entrar, estaba incompleta, lejana.

De pronto, un mensaje: ¿De dónde es…

¿Eres tú? Aún guardo recuerdos... de Nany...del ayer...

Pues si soy yo… también guardo recuerdos muy lindos…

Tantos años… increíble…

 

La esfera se fragmentó, se desintegró.

El orgullo se pulverizó, dejó de existir.

Mi espíritu respiró la libertad.

Sin saber dónde estabas voló hacia ti.

Salías de un templo acompañada de Dios.

Lágrimas y esperanzas brotaban de tus miradas.

 

Te tomé de las manos y besé tus labios.

Aspiré tu aroma, era el mismo.

Miré tus lindos ojos, aún tristes.

Y a través de ellos besé tu alma.

Con ese beso nacieron nuevas esperanzas.

El ayer parecía no haber existido.

Nos reencontrarnos y reencontramos el camino.

Comenzamos una nueva ruta.

 Tantos años… increíble…

 

Moisés Rosique García

  16 de octubre de 2010.