Demasiado Hembra
Ella es un volcán
en una ciudad sin nombre,
demasiado fuego para el frío,
demasiado alma para el vacío.
Su risa quiebra el aire,
y sus silencios desgarran la calma.
No cabía en los moldes,
no era para todos,
y a algunos les dolía
su forma de ser,
su manera de vivir.
Era calma y huracán,
viento que arrastra sin perdón.
A veces, su luz cegaba,
otras, su sombra mecía con dulzura.
Y aún así,
era demasiado hembra
para los que nunca entendieron
que ser mujer
es ser todo y nada,
es ser sin medida,
es ser y desbordar,
pero siempre, genuinamente, ella.
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De tus versos y mi fascinación.
Mujer de tinta y madrugadas largas,
de versos que en la boca saben a mar,
poeta de historias y lunas de antaño,
que besa en la sombra y prefiere soñar.
Te encuentro en las calles donde esperas nada,
donde el tiempo no pide perdón,
donde el alma tropieza,
con lastre de ausencias y pasos de adiós.
Tienes la boca marcada de historias,
el alma con manchas que nunca se van,
te ríes del mundo, te burlas de glorias,
con versos y desdén, de alma cansada.
Te admiro en secreto, mujer de tormenta,
de rimas oscuras y pasos sin sol,
y aunque nunca leas mis cartas inquietas,
me pierdo en tus huellas como el viento en el cenit.