Me entrego a tus brazos
en caída libre,
a los tépalos del narciso;
pervivo traspasando las nubes contigo,
recorriendo abismos, sin testigos:
conociendo especies nuevas en los mares;
sabiendo del error de las edades
y la herrumbre en sus fantasmas implacables.
Desmayo, tropiezo con las viandas,
no me hallo, me vuelvo exánime,
desplomada en la oquedad de la vida;
y vienes a levantarme
como oxígeno oscuro
en el azul de mis profundidades.
Dame tu elixir discreto,
necesito tu substancia en mi armazón,
el jacinto de uva en mi caparazón;
elévame, hazme piedra de luna
para retener el agua;
dame tu medicina aromática,
el bálsamo después de pasar por la fragua;
rompe la gravedad que atrae el caos,
envuélveme en tu singularidad
donde tus privilegios fui a degustar.
Redivivo en tu blancura
en la vitalidad de tu transparencia:
flor esqueleto esclarecida,
flor del cactus de San Pedro;
quiero contigo acta de permanencia,
las arras sobre mi pecho.
10/1/2025