Ella dice que me quiere,
que me adora, que me extraña,
al llegar cada mañana
con sus rayos como mieles.
Y por mí se desespera
al llegar atardeceres
porque con la brisa teme
que a la vida nunca vuelva.
Ella exclama cuánto me ama
sin ambages y dobleces
y los hechos, me convencen,
porque actúa con el alma.
Y en las noches apacibles
su ternura es como lana
suave y tersa ya en la cama
con aroma de jazmines.
Ella guarda en el silencio
el gemido de un suspiro
si en los labios más sentimos
la ternura de unos besos.
Y sus manos son dos alas
con diez dedos como lirios
que me dicen: ¡amor mío,
nunca pierdas la esperanza!
Ella cuida de mi cuerpo
y pendiente está de todo
y con ella soy dichoso
aunque nos marchite el tiempo.
Ella sabe que le escribo
con el alma aquí en mis manos
porque nos enamoramos
como dioses del Olimpo.
Y mis versos son palomas
con sus alas liberadas
que de día y noche cantan
que la quieren, que la adoran.
Y ella sabe que le canto
con guitarras y violines
porque siempre he de decirle
con mi canto: ¡cuánto la amo!