Ensalza el tenue vestido desgarrado
los lóbregos lugares de tu cuerpo,
que recorro con mis ojos, desganado,
y me dejo caer de a poco medio muerto.
Un turbión cae en mi frente despotrada
y te miro en la maleza más espesa,
se abalanzan estas alas descarnadas
de tu trampa me alborozo ser la presa.
Caigo pronto en las montañas imponentes,
voy sediento buscando agua en tu desierto
agitado, palpo con cautela la corriente
y me ahogo sin intentos de aleteo.
Tus caudales riegan mis adelfas
que presuntuosas se levantan firmemente
cuando tomas gritando como queja
su veneno que te hiela por caliente.