Baquetas de granizo anuncian la tormenta
En el tambor de la calle huérfana.
Son las tres de la madrugada y comienza la procesión.
Oigo la saeta de la cofradía de los imposibles.
Tus desnudos, mis desnudos, cual enredadera, hieren esta noche,
Y mana la sangre con la luz primera.
Me arrobo de gris, me visto de gris, empapado de ausencia.
Sabiendo del pecado, porque aún riego el recuerdo
Como flor prisionera en esta maceta,
Ya rota,
Yerta, pero no muerta,
Porque esa flor que me diste, como la lluvia,
Va cruzando la tormenta, y, a veces, bebe,
Incluso demasiado,
Y ya sabes que las palabras hieren
Como las verdades de los borrachos,
Por eso, en esta procesión de imposibles,
Salgo a la calle, aún, por qué no,
Echándote de menos,
Aún
Quebrado.