Caminaba por el valle del olvido,
donde el viento murmura amores perdidos,
las sombras danzan entre suspiros,
y el eco del alma se vuelve un gemido.
Las hojas caían como mis recuerdos,
uno a uno, sin un destino,
el tiempo borraba lo que un día fuimos,
dejando cenizas en mi camino.
Pero en la brisa escuché tu nombre,
una voz lejana, un dulce abrigo,
y supe entonces, con un suspiro,
que en mi pecho… aún sigues vivo.