En la brisa te busco y no te encuentro,
las sombras susurran tu nombre en mi piel.
Cada noche se vuelve un desierto inmenso,
donde el susurro de tu voz es mi única fe.
Tu ausencia invierno sin tregua,
océano inmóvil sin puerto ni sol.
Mis manos vacías te llaman sin pausa,
pero el viento devuelve su amarga canción.
Me pierdo en un mundo que gira sin rumbo,
la ciudad me consume en su gris profundo.
Pero en medio del ruido, tu risa me salva,
es faro, es refugio, es mi paz mi mundo.
La distancia es la prueba más cruel del destino,
pero el amor es más fuerte que el tiempo y el mar.
No importa cuán lejos, ni cuántos caminos,
mi alma a la tuya siempre ha de llegar.
Si el viento me niega el calor de tus brazos,
si el mundo insiste en querer separarnos,
seguiré cada hilo dorado en el tiempo,
hasta que en tu boca muy cerca yo sienta tu aliento.