Tus ojos estrangulan
mis marchitos sueños
penetrando por la suntuosa brecha
que en mi humilde alma cautiva
abrieron, por cobardía,
mis culpas y mis quimeras.
Solo padecí las heridas
abiertas en un campo de batalla
donde yo blandía la inconsciente espada
de la ilusión, y tú regías la frontera
de otro amor oculto en tu mirada.
¡ Culparte de mi decepción me sangra,
me hiere como hiere Dios cuando no crees,
me enreda en el ardiz de la cizaña,
y me ata como sujetan las mentiras
las manos cuando acariciando engañan.!
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO