Una tormenta se desata
en los límites de un pueblo.
Las hojas se enredan y caen,
el viento gira
en una orquestación brutal.
Así como el pensamiento
se retuerce, se arremolina,
sin visión, con información
distorsionada.
Así se escribe, uniendo
los hilos del tiempo,
a veces, tan delgados
que no son memoria.
La mirada es un carrusel
de oasis sutiles de la realidad.
Pero el corazón es un rayo eléctrico,
una chispa desprendida de la tormenta,
no da vueltas,
no es un círculo,
es un trazo de fuego,
en línea recta.
¿Qué historia escribiría el corazón?
¿Un relámpago de verdad
entre tanta sombra calculada?