El descontrol aumentaba con cada acercamiento que tenía hacía tu piel,
un extraño, pero suculento ruido surgía de todo su cuerpo,
parecía ser el cántico de una sirena atrayendo a los navegantes,
pero el único marino perdido en el altamar... era yo.
Pasaron los noches, una tras otra, y lo único que podía hacer era contemplarte,
cobijada por las sombras, envuelta entre sábanas de seda,
tan delicada como una escultura de porcelana, pero el sonido era latante,
me hipnotizaba, me perdía en tan majestuoso concierto que me brindaban
las palpitaciones de tu corazón.
El frenesí que envolvía mi alma era cada vez mas indescriptible,
y sin poder contenerme mas... entre a tu habitación, tu cuello estaba desnudo,
fije la vista en el, y pude ver como cientos de caminos se extendian desde tu
mentón hasta tus hombros... y bajando un poco mas... al llegar a tus pechos.
Tu corazón emitía un sonido que provocaba a la bestia que vive en mi,
tus venas cargadas de aquel liquido rojo que insita a mi instinto......
Bebí de tu sangre como jamás lo he vuelto a hacer... disfrute de cada gota...
cada succión era un éxtasis inexplicable.....
Pero había un problema... ya no había cantos de sirenas...
el concierto había terminado y jamás lo volvería a escuchar,
simplemente el sonido de tu sangre... se fue...