Carolina Varela López

Espaciotiempo

Traes el paño de seda que cae por mi rodilla,

la premura contenida del embrión

de un beso que no se atreve a nacer,

ese cimbrar del relámpago,

esa grieta luminosa en el cielo

que nos cambia la respiración;

y luego eres ese hombre extraño,

perdido en un profundo duelo

como si nadie hubiera atizado el fuego,

pero hay un viento intruso en la sangre

levantando chispas.

El baño huele a hierba de limón, a rosas y a miel,

otras veces huele a madera, a almizcle,

a cristales de ámbar,

y una vez más las sales de mar

con aceite de macadamia exfoliando el cuerpo

como esculturas de astros que nadie ve.

No sé si nos preparamos para el adiós,

para el último roce con las flores que llevamos.

¿Se encenderá la fogata en el cráter oculto de la luna?

¿Giraremos en un luminoso anillo

una noche de invierno?

Si tan solo pudieras descifrar

el mapa de estrellas que traigo tatuado,

si tan solo volviera a ser esa costilla

que nunca se desprendió de ti,

y rotar deliberadamente por el infinito.