Me llegó la ancianidad
tomándome por sorpresa
no me rige la cabeza,
falla mi motricidad.
No veo con claridad
me aterra el calor y el frío.
De mi oído no me fío
mi vida es una amalgama,
¡yo que oía crecer la grama
y derretirse el rocío!
Ay, que trabajo me cuesta
trepar por tantos peldaños
ya no puedo con los años
para subir tanta cuesta.
La escalera tengo puesta
entre la tierra y el cielo.
y pronto emprenderé el vuelo
que me llevará a la cima
en donde nada lastima
ni existe llanto ni duelo.