Alfonso J Paredes

A mi querida margarita

No ser amados es una simple desventura,
la verdadera desgracia es no amar».
(Albert Camus)

 

Sueño, querida margarita,

que los años que te he arrancado

y cortado por tu blanquecina corola,

pasaron demasiado rápido.

 

Pero he de decirte,

querida margarita,

que cada uno de ellos,

fueron distintos e intensos,

amargos y dulces, agrios y suaves.

 

A algunos de ellos regresaría,

querida margarita,

solamente para arreglarlos,

como el relojero arregla

el reloj de un campanario

y deja las manecillas

suaves como tus pétalos:

nítidos, coloridos, olorosos

y sin espinas que se claven,

en tu fina piel, aunque duelan en el alma.

 

Tienes el mismo sonido,

querida margarita,

que a su paso van dejando los crótalos.

Y la vida pasa, los recuerdo son varios:

unos de infantes alegres

y otros infantilmente amargos.

 

Ojalá que, entre tú y yo,

querida margarita,

de un certero plumazo,

pudiéramos borrarlos.

Amiga fiel e infiel, al mismo tiempo.

 

Uno a uno deshojo tus pétalos,

querida margarita,

y una dicotomía, me retiene preso

sin tener una clara idea,

como una carta sin sello impreso,

ni poder remediarlo.

 

Las heridas que hacen surco,

querida margarita,

dejaron de sangrar,

pero pueden volver a vadear

los valles de tu rostro,

los cauces de tus lágrimas,

con su solo recuerdo.

 

El imberbe se extraña y asusta,

por las acciones de sus seres

que, de manera injusta,

hieren, matan y mueren.

 

El último pétalo que deshojo,

querida margarita,

preguntando si me quieres

y, aunque ya sé la respuesta,

no renuncio a la intriga que me infiere.

 

Adiós querida margarita,

ojalá que sirvas a otro ingenuo

y te pida ilusionado tu cita,

hasta siempre…,

 querida margarita.

 

Poem & Rhápsody©2023

Alfonso J Paredes