Igual que funde el acero
el oro, la plata, el bronce
igual que el plomo o el cobre
se derriten nuestros cuerpos.
Se calientan y se funden
entre caricias y besos,
entre suspiros, deseos
entre miradas que surgen.
Porque no hay metal que pueda
aguantar nuestro calor
ni la llama que nos quema.
Porque arde nuestro cuerpo
como la llama que eterna
nos derrite el corazón.
Al igual que el aire seca
las penas que están mojadas,
se secan tantas palabras
que me dices, mientras callas.
Que son los gestos, miradas
como el río, como el agua
que remoja nuestros cuerpos
cuando la noche, se para.
Porque somos tan iguales
que nadie, consigue verlo
cuando el amor es tan grande.
Porque somos solo un cuerpo
que se funde y que arde
entre pasión y deseo.
Y ni el oro, ni el diamante
ni la plata, ni el acero
soportan el fuego intenso,
cuando dos quieren amarse.
Nos derretimos, sin verlo
sin darnos cuenta de nada,
dos cuerpos que son un cuerpo
cuando la noche, se calla.
Y nos queman nuestros besos
nos derriten, las miradas
mientras bailan nuestros dedos.
Dos corazones que danzan
al compás, de unos versos
que derriten hasta el alma.