Tenías un solo deber
Y tu solo lloraste,
Un solo quehacer
Y tu solo huiste.
Tu Debías seguir
Pero te detuviste,
Ni lo intentaste
Solo no quisiste.
Pues es una tortura
Este día indecente,
De una simple duda
Es la noche instante.
Cada latido me duele
Con la verdad dudaste,
Pues a no me conduele
Que al miedo coronaste.
Me mentiste y rompiste
Me tiraste y despreciaste,
Fuiste tú, alma impredecible
A quien, a mí, tu quemaste.