Pesa tanto que destruimos todo lo construido, aunque eso nos haga una porquería de personas. Ojo, yo lo intento, pero estoy segura de que tarde o temprano voy a caer en la misma bolsa de desastres; pero espero sentir, cuando eso pase, la valentía que ninguno tiene. Quiero tener el coraje para decir: \"Sí\", pero me hago cargo de lo que fui y soy. Consciente de cuántas pasé sin ayuda de nadie. Pero, ¿sabes qué pasa? Todos nos cansamos, y eso me está pasando hoy; estoy exhausta de que nadie me comprenda, de las exigencias, de que nadie pregunte cómo me siento. ¿Que nadie me reconozca una y me regale un momento para mí misma? Hay cosas que uno no puede cambiar, aunque lo quiera; y, en lo personal, no puedo decir lo que pienso en verdad. Es agobiante creer todo el tiempo que, si lo haces, te vas a quedar sola; y yo sola no quiero estar. Sin embargo, tampoco quiero muchas cosas ahora; no me lo pregunten, porque si me lo preguntan, podría mentirles o, en un segundo, sincerarme y decirles que quiero que termine todo. Y es la verdad más honesta que tengo. Me ahogo en ansiedad y dolor todo el tiempo. Pienso maneras de autodestruirme, pero no ejecuto ninguna; o sí, quizás una sola. Muchos saben que uso este medio como un confesionario; lo que no saben es que cada vez me cuesta más sentir esa liberación que te renueva. Otras tantas, ni siquiera la siento; pero paro, porque de lo contrario sería repetitivo. Y termino con un cigarrillo en la boca y el encendedor en la mano, yendo al patio donde espero encontrar unos minutos de soledad y paz.