Querer dormirme para no amanecer.
No quiero oír el sonido
de la ironía aceitunada,
los menoscabos a sangre fría.
No es demasiado pedir
a las ondas del aire un desahogo,
al olor a leña un alivio de espíritu,
y a está luna su llenura plateada.
¡Oh! Tierra que sujetas la pastura
aquel animal llora conmigo
y todo se esparce puro en los leños;
por las hojas, y la casa.
¡Ah, mi Cristo vivo…!
sueño subir a ti
cuándo se me despliega el alma partiéndose…
Que buenas son mis plañideras;
son mis osirias en la cumbre
con el fulgor y tu tacto precioso.
Christian Jovani
(Derechos reservados del autor).