Bajo las piedras de zafiro te buscaba,
detrás de los árboles en la pradera de mis sueños,
en pos de ti, y te hallaba, tocaba
con las palmas de mi mano tu piel,
un cielo que se extendía hasta pegarse a tu figura
y tú te convertías en la muestra de la perfección,
y todo alrededor tuyo te correspondía, sin defectos,
yo, en obstinación, que siempre te estuve buscando,
torpemente me atreví a arribar, desde mi sueño a tu sueño,
desde mi isla hasta tu costado,
desde mi voz hasta tus labios,
desde mi locura hasta tu cintura,
desde mis brazos hasta tu ternura,
desde mis ojos hasta el abrigo que cubre tu corazón,
desde mi fugacidad hasta tu eternidad, desde mi vida hasta tu gloria, porque te quiero y bien, de verdad,
desde mi muerte hasta tus gemidos,
desde mi resurrección hasta tu inmortalidad.