Por la diminuta ventana
se pierde mi mirada,
es el frío nocturno que mana,
desde el infinito de la recámara.
Fragmentos de estrellas,
polvo de nada,
las hadas, su ficción
y probablemente alguna maldición.
Se despide entre lunas
una extraña alucinación,
efímera hasta la mañana,
con ingenua imaginación.
Pasan las nubes,
en anhelado silencio,
los corazones algo lúgubres,
y la belleza lejana a su aprecio.