Septiembre de nubarrones en la sierra.
Había palomas en el tejado,
Conejos en el corral,
Gallinas, cerdos y pavos.
Las calles olían a flores de Sanpedro,
Rosas, morera, hierbabuena…
En San Miguel pimientos y maíz,
Farfollas en el patio,
Fogones en la calle,
Carbón de encina entre las brasas,
Otoño de castañas y nogal.
La Carmen, comadre en la ventana,
Sonrisa de matrona y de madrina.
Comienza los ladridos de los perros
Que empiezan su canción repetitiva
Hacia la noche del rocío y las sirenas,
El cansino chascarrillo,
El dulce acordeón…
Hay una lumbre con aromas de vecinos,
Pasodobles del Mantecas en la puerta,
Patatas asadas, vino blanco y algo de jamón.
Begoña se repite en la memoria,
Con caminos de hierro y de pizarra,
Trozos de ternura y de nostalgia,
Un cerro lejano en calavera,
Alquife de campanas y rosarios
Y una canción de viento en el Picón.
La Carmen, comadre entre la hoguera,
Voces rojas, manos de invierno,
Y un poema de luna en el cielo.
Como se fue aquel tiempo de uvas y membrillo
Entre retazos de olvido y esperanza.
Barcelona te borró deprisa,
Aragón te convirtió en silencio.
Pero nunca dejaré de pensar en su llamaba,
Allá, camino de las minas,
Como un arrullo de pan, caliente y crujiente.
La Carmen, comadre en la ventana.