«Las alas de una mariposa
son coloridas, en algunos casos
y en otros, son libros abiertos
que se revelan ante los mágicos».
.
Absorto, con la mirada clavada en una esquina, un dibujo mental de códigos de colores, mientras se escuchaban insultos hirientes en oídos atentos pero que, en sus orejas de soplillo, se colaban hasta un saco sin fondo, donde nadie alcanzaba a asir ningún objeto. Llegaba incluso a no sentir el chapoteo de los escupitajos en su piel, ni el viento que producían al ser lanzados. Sus pantalones cortos de cuadros y su camisa azul marino, le daban un aspecto de orate, niño anormalmente constituido.
La chillería en su clase era devastadoramente insoportable para un adulto, sin embargo, en su mundo mágico el silencio le profería una paz que nadie más podía detectar. Su hermano trataba por todos los medios posibles que, aquella marabunta de malvados enanos sin conocimiento de sus actos, no le hicieran más daño que el que pudiera percibir.
De fondo se podía oír:
«Haré con la flor del jazmín
una olorosa biznaga,
con flores de mi jardín
para venderlas por las calles de Málaga».
Estaba en otro mundo, un mundo real, puro, sincero y sin remilgos, como las alas de una mariposa que absorbe el néctar de un jazmín e infiere un perfume colorido en su aleteo. Lejos del ruido superficial. Así percibía su hermano el autista.
.
Alfonso J. Paredes
Alas de mariposa ©2025