Le dije al corazón que no podía
vivir con la ilusión que me quisiera;
que toda mi poética quimera
jamás su corazón ablandaría:
Le dije que mi tierna poesía
vestida con la sombra de la espera;
igual que golondrina pasajera,
un nido en su soñar jamás tendría.
Pensándola en mis noches con hastío;
le cuento se apodera de mi sueño
volviéndose farola en mi bohío.
Mas viendo muy difícil ser su dueño,
le digo que que renuncio al desvarío
de amarla con ternura y con empeño.
Autor: Aníbal Rodríguez