que alquilas tu alma por vivir.
Las esquinas forman tu coto
y las rondas para hacer morir.
Los cielos que das hacen poco,
ya no me ayudan a dormir.
Gustaría en marcharme solo
donde ya nada haga sentir.
¿Qué infame dios te hizo barquero? Librando este eterno sufrir.
Aunque no seas el verdadero
sé que de ti no puedo huir.
Tú, véndeme algo que me queme,
que me duela, que no me deje.
Quiero el gramo que no miente,
ese que se llama muerte.