Hoy amanecí evocando, las bellas notas de tu violín.
Cómo no recordar que, fueron tus regalos, para mí.
Tú sabías, que yo adoraba aquellas tertulias, sin fin.
Esas bellas veladas musicales, al irte tú, yo las perdí.
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Mis recuerdos, no perecen, animan mi alma en pena.
Aquellos tiempos, no volverán y tú, ya jamás, estarás.
A veces me digo, si amar tanto, no será una condena.
Otros días, me pregunto, si cualquier día, tú volverás.
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En verdad, a nadie le sugiero, la sublimación del amor.
Estar presente en cada acto consciente, es protección.
La sublimación de la emoción, suele volverse un error.
El amor es cosa de dos, en ese ir venir, se ve la unión.
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¡El alma del amante, se refleja en la entrega amorosa.
Si, alguno elige mentir, la despedida, no será honrosa!