El viento nace donde nadie mira,
en la grieta secreta del alba,
se desliza entre montes dormidos
y despierta con furia en el alma.
Es un susurro en la hierba callada,
un lamento en la noche perdida,
una sombra sin forma, sin dueño,
un errante que nunca se olvida.
Va sembrando en la piel su caricia,
su gélido aliento de sombras,
a veces es beso, es alivio,
otras, tormenta que ahoga.
Cruza el mar con su furia de espuma,
se alza en las cumbres lejanas,
doblega los árboles viejos,
sacude las hojas doradas.
Es testigo de amores secretos,
del llanto oculto en la brisa,
del grito que nunca se dijo,
del eco que nunca se avisa.
Lo han llamado suspiro del mundo,
heraldo de cielos cambiantes,
voz de la tierra que canta,
himno de tiempos errantes.
A veces se viste de furia,
desata su cólera ciega,
derriba las torres altivas,
sacude la vida y la niega.
Otras, se vuelve suspiro,
apenas un roce en la piel,
y en las noches de luna callada
es arrullo en un sueño de miel.
Pero nunca se queda, no espera,
no puede quedarse atrapado,
es libre, es eterno, es errante,
nació para ser viento alado.
Y así seguirá su camino,
sin dueño, sin rumbo, sin prisa,
llevando en su canto sin tiempo
el alma del mundo en su brisa.