OK A LAS TARDES DE LOS SÁBADOS
Los sábados acudíamos a la barbería,
al gozoso intercambio
de distantes puntos de vista, de rápidas réplicas
y de enérgicas contrarréplicas
sobre el tema de los toros, la política, la economía.
Pero también era un día ideal
para acudir al campo de fútbol
de tierra
o al salón de los recreativos, los billares, o también para ver
la tele en casa (“Viaje al fondo del mar”,
el duelo entre las embarcaciones de Oxford y Cambridge
a lo largo del río Támesis),
o para entrar al bar “Tropezón” a tomar una caña con tapa,
toda una variada gama de posibilidades de ocio
para un pueblo mediano en medio de la dictadura. Unas tardes de sostenida
euforia y de variopintas actividades lúdicas, deportivas
en invierno y en verano,
por la mañana y la tarde.
Por lo menos, hasta que todo se terminara de pronto
un día, como si hubiéramos trazado
una raya, inconscientes,
que interrumpiese el desarrollo previsto de la programación.
Gaspar Jover Polo