Me estoy desarbolando
como un roble abrasado por el rayo
me estoy enmoheciendo
como un papiro arrojado al arenal,
ya no me quedan fuerzas
para alzar la cabeza y ver el cielo
mi voz se quiebra
como una copa en que nadie brinda ya.
Pasan los días como si fueran siglos,
las golondrinas se niegan a volver
tan solo hay cuervos graznando por mi cielo
negros vampiros aullando en el erial,
miro mis manos y me parecen garras
sin otras manos a las que acariciar
a veces siento que todo está perdido
pero se bien que no puedo claudicar.
Busco a mi esposa y anido entre sus brazos
bebo en sus labios como el santo grial
tomo el papel y la pluma hasta con rabia,
he de escribir hasta resucitar
y poco a poco las musas se despiertan
se abren los cielos a un nuevo amanecer
suena una música que eleva mis sentidos
¡nada ni nadie me volverá a eclipsar!
Nada ni nadie me marcará el camino
¡la vida empieza con cada despertar!