EDGARDO

Vuela, siempre vuela

No es la vida quien te arrebata,

sino quien tus alas desata.

Cada pérdida, un nuevo viento,

que te eleva a un mejor asiento.

 

De cuna a tumba, escuela abierta,

donde el dolor, lección despierta.

Problemas, maestros severos,

que esculpen almas de aceros certeros.

 

No hay adiós, solo un adelanto,

un viaje eterno, un nuevo canto.

El amor, esencia que perdura,

en el corazón, llama segura.

 

La muerte, mudanza sigilosa,

a un reino de luz, mariposa.

Allí te esperan almas queridas,

en un abrazo de eternas vidas.

 

Gozar la tierra, breve regalo,

saborear cada dulce halo.

Desde el chocolate, al verso alado,

la vida es festín, no un duelo amargo.

 

Si la enfermedad te desafía,

halla en la lucha, sabiduría.

O vuela libre del cuerpo inerte,

o renace humilde, de suerte.

 

No es depresión, es alma ociosa,

busca en el otro, mano piadosa.

Niños y ancianos, tu espejo fiel,

en el servicio, encuentra tu miel.

 

El bien, semilla silenciosa,

en cada caricia, fuerza grandiosa.

Ama sin fin, hasta ser amado,

hasta ser tú, el amor encarnado.

 

Que el ruido del mal no te confunda,

la bondad, en silencio, fecunda.

Vuela alto, alma resiliente,

en el amor, tu eterno oriente.