¡Sí!
Tu partida me dejó como un mendigo,
limosneando lágrimas para mis ojos.
Una gran y mortal herida
causaron tus enojos en mi alma.
Hoy mis pies están cansados,
tengo dos raíces a mis lados,
y por ellas, para ellas,
renació el brillo de mis ojos.
A la luz, a la noche y a las estrellas,
seis fanales las ven aún más bellas.