johnnycrisyu

Placa de identificación militar (chapa militar)

Artefacto de brillante acero, fundido en el horno del alma,

pulido con las lágrimas secas de un inocente que lucha sin cuestionar el objetivo de la batalla, que se funde en la piel con el calor frío del fuego de una bala,

de un odio que no se lleva en la sien, y nunca roza siquiera las fronteras del alma.

 

Más que un artefacto, testigo de la lucha silenciosa, entre silbidos de balas coquetas y decibeles de cargas ruidosas,

ya que recibe los golpes violentos de un corazón que la locura observa, y que de miedo silente sopla,

sin perder de vista que la muerte la punta de los pies le toca.

 

La inercia hace que choque con el pecho, dando un frío latigazo que se ahoga con el calor del médio,

dando un recordatorio a lo ósea de que en cualquier momento puede que algo la rompa, que algo materialice el mayor de sus miedos,

recordando inherente la crueldad del presente y la inexistencia de un día nuevo.

Permanece consciente de que en esta realidad no existe un último deseo.

 

La muerte le hace golpe de estado al ambiente, la sangre exilia la humedad, el estrés sustituye la mente,

el miedo releva al que necesita palpitar, el odio incoherente saca a patadas la compasión resiliente,

descansar es algo que se puede postergar,

y las chapas se vuelven expediente de lo que en vida se trató de tu honor e identidad.

 

Entre gritos silentes, por intentar lo inevitable retrasar, el acero es testigo de la carencia de humanidad al apuntar,

obra del medio crudo que hasta el más tranquilo pudo perturbar,

invernando una mirada fija, que ya no parpadea a la pólvora detonar,

el acero frío se funde con la piel y la termina por destrozar,

siendo un grito del heroísmo, que por uno de supervivencia terminó por transformar.

 

Las chapas son las cicatrices de la sociedad, y el recordatorio de lo frágil de la paz,

mil historias inconclusas que en el páramo siempre van a quedar,

un testigo del cielo y el infierno, pues su portador por ambos barrios tuvo que pasar.

Que aunque no sea seguro su posterior destino, la muerte es mejor cuando es tu propiedad.