Erika Mendoza

OLOR A CARDAMOMO

Paso a paso entre largas islas de especias,

disfrutaba de infinidad de aromas que me transportaban 

a un mundo distinto, imaginaba diversas cosas, lugares y personas,

yo luchaba por no traerte a mi cabeza y

por no desear que disfrutaras este momento,

cuando de pronto, inmersa en aquel centenar de olores,

me perdí en mis adentros.

 

Me detuve un momento y mientras puños de especias tomaba y soltaba

con mis manos, sumergida en el deleite del momento,

parada frente a una ventana por la que entraban los rayos del sol,

cerré mis ojos llenando mis pulmones de aquellos aromas,

 

y de repente, con fuerza y sin piedad, cayó sobre mi cabeza

un costal de cardamomo que me dejó sobre el suelo

mas, lo único que consiguió fue recordarme el olor de tu piel.

 

¡pobre de mi cabeza! apenas que estaba logrando no pensarte.

Buena excusa fue esta para dejar rodar una lágrima por ti,

¡nadie lo supo!

 

No pude irme de aquel lugar sin sentarme a la mesa

y disfrutar sola de aquel café turco que siempre

quise tomarme contigo aquí.