Rafael Parra Barrios

La princesita II (Cuando la pricesita le leyĆ³ El Principito a la abuela)

 

 

Cuando La Princesita le leyó El Principito a la abuela 

 

La Princesita al terminar de leer la historia de El Principito, estaba acongojada, porque él se había marchado. Quedó impresionada, anonadada, al igual que Antoine, que quedó muy triste cuando el principito desapareció. Estuvo tan atento y pendiente de su circunstancia, que en breve tiempo, asumió su periplo y se hizo invisible y esencial.

La princesita no daba marcha atrás con su inquietud, y se planteó hacer lo imposible por alcanzarlo. abrazarlo y besarlo. Conocerlo en vida y admirar su rosa. Quería volar por la vía láctea y ubicar su planeta. Pensaba que el principito estaría con su rosa y era menester conseguir una nave que la llevara a recorrer el espacio.  

La Princesita hablaba con su papá y con su mamá. Hacía sus tareas, dibujaba y pensaba en el principito.

En una ocasión familiar, su papa la miró y le preguntó, delante de su mamá:

_Princesita porque luces tan triste?

_Papá leí El Principito y me gustó su historia, menos el final, cuando se fue. Él estuvo acá en la tierra. Quería invitarlo a nuestra casa. Ahora debo buscarlo porque quiero conocerlo.

_Caramba princesita no será fácil ubicarlo, pero nada es imposible en la vida, si colocamos empeño. Lo imposible es posible si lo intentamos con fervor y le ponemos pasión. Es como convertir nuestros sueños en realidades cotidianas, porque insistimos sin desmayo. Sabes, a mí también me conmovió ese cuento, pero aprendí mucho, por eso cuando tu tenías cuatro años te lo regalé.

_Sí! Lo recuerdo papá. Por eso lo leí y se lo leí, a la vez, a la abuela en dos días, si en dos días. Recuerdas? La abuela estaba de visita en nuestra casa y me sentí feliz al hacerlo. El cuento tiene 123  páginas y pensé que era demasiado largo; pero es como tú dices: lo que nos proponemos, lo conquistamos; lo que soñamos lo hacemos realidad si ayudamos con fervor, y claro, con la ayuda de Dios, porque la fe es como una ilusión bonita que transformamos en existencia, en vida, en ser.