Rezuman sus paredes lejanía
de pájaros huyendo en desbandadas
que se alejan con alas desplegadas
entre los versos de mi poesía.
Y confinada en esta vieja casa
con paredes desnudas y anodinas,
sin pintura, ni espejos, ni cortinas,
sola, con la frialdad que me traspasa.
Aquí sigo, sin flores, sin esencia,
sin orgullo y ladrándole a la luna
como un perro que gime solitario.
Sigo aquí suplicando tu presencia,
sin fe ni credo ni esperanza alguna
de olvidar tu repudio lapidario.