No quiero ser una escultura.
Bella, como el sembrador de mi recuerdo
protegiéndose en su ser de bronce
y sin responder si le preguntan.
Pues yo quiero escribir con mi propia alma
con el sentir de una larga ausencia
o en esa lejanía de los años, no desde un pedestal
cercado en flores, impasible ante vientos y miradas.
Quiero seguir en mi espacio tras los años.
Aunque no cambien sus facciones modeladas en el cobre,
inalterables, sentir los sentimientos propios y los extraños.
Y sintiéndome protegido del desgaste de los tiempos
esperar paciente el infinito lugar para el sosiego.